Asentados en una zona con clima templado y húmedo, muy apta para la agricultura, constituyeron una de las jefaturas más ricas y prósperas de los Andes.
Fueron los más grandes orfebres de la América prehispánica.
Utilizaron una gran variedad de técnicas: fundición en molde abierto, a la cera perdida, repujado, martillado y laminado, entre otras.
Con ellas realizaron todo tipo de objetos que luego fueron depositados como ofrendas en sus tumbas: cascos, narigueras, orejeras, collares, brazaletes, bastones de mando, alfileres y figuras antropomorfas y zoomorfas.
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