jueves, 6 de agosto de 2009

Bachue y la creación del mundo

"Entre estas sierras y cumbres (del pueblo de Iguaque, cerca de Tunja) se hace una laguna muy honda, de donde dicen los indios que a poco de como amaneció o salió la luz, y criadas las demás cosas salió una mujer que llaman Bachué, y por otro nombre acomodado a las buenas obras que hizo Furachogua, que quiere decir mujer buena, porque fura llaman a la mujer y chogua es una cosa buena, sacó consigo de la mano un niño de entre las misma aguas, de edad de hasta tres años, y bajando ambos de la sierra a lo llano donde ahora es el pueblo de Iguaque, hicieron una casa donde vivieron hasta que el muchacho tuvo edad para casarse con ella, porque luego que la tuvo se casó, y el casamiento tan importante y la mujer tan prolífica y fecunda que de cada parto paría cuatro o seis hijos, con que se vino a llenar toda la tierra de gente, porque andaban juntos por muchas partes dejando hijos en todas, hasta que después de muchos años, estando la tierra llena de hombres, y los dos ya muy viejos, se volvieron al mismo pueblo y del uno llamando a mucha gente que los acompañara a la laguna de donde salieron, junto a la cual les hizo
la Bachué una plática exhortando a todos la paz y la conservación entre sí, la guarda de los preceptos y leyes que les había dado, que no eran pocos, en especial al culto de los dioses, y concluído se despidió de ellos con singulares clamores y llantos de ambas partes, convirtiéndose ella y su marido en doblico, con que indignado Chibchacum, trató de castigarlos anegándoles las tierras, para lo cual trajo o crió de otras partes los dos ríos dichos de Sopó y Tibitó, con que crecieron tanto las aguas del valle que no dándose de menos, como dicen, la tierra del valle a contenerlas, se venía a anegar gran parte de ella, lo que no hacía antes que entraran en el valle los dos ríos, porque el agua de los demás se consumía en las labranzas y sementeras, sin tener necesidad de desagüe, fue tan lleno y universal este castigo, e iba creciendo cada día a varas la inundación, que ya no tenían esperanza de remedio, ni de darlo a las necesidades que tenían de comidas, por no tener donde sembrarlas, y ser mucha la gente, por lo cual todo se determinó por mejor consejo de ir con la queja y pedir el remedio al dios Bochica, ofreciéndole en su templo clamores, sacrificios y ayunos, después de lo cual, una tarde, reverberando el sol en el aire se oyó un ruido contra esta sierra de Bogotá, se hizo un arco como suelen naturalmente, en cuya clave y capitel se apareció resplandeciente el demonio en figura de hombre, representando el
Bochica con una vara de oro en la mano y llamando a voces desde allí a los caciques más principales, a que acudieran con brevedad con todos sus vasalllos; les dijo desde lo alto: he oído vuestros ruegos, y condolido de ellos y de la razón que tenéis en las quejas que dáis de Chibchacum, me ha parecido venir a daros favor en reconocerme; me doy por satisfecho de lo bien que me servía, y a pagároslo en remediar la necesidad en que estáis, pues tanto toca a mi provincia y así aunque no os quitaré los dos ríos porque algún tiempo de sequedad los habréis menester, abriré una sierra por donde salgan las aguas, y queden libres vuestras tierras, y diciendo y haciendo arrojó la vara de oro hacia Tequendama y abrió aquellas peñas por donde ahora pasa el río; pero como era la vara delgada no hizo tanta abertura como era menester para las muchas aguas que se juntan en los inviernos, y así todavía rebalsa, pero al fin quedó la tierra libre para poder sembrar y tener el sustento; y ellos obligados a adorar y hacer sacrificios como lo hacen en apareciendo el arco».

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