jueves, 29 de octubre de 2009

El feudalismo

En la Edad Media los poderes centrales perdieron toda autoridad y la administración burocrática (burocracia = clase social formada por los funcionarios públicos) desapareció.
Así, poco a poco empezó a implantarse un nuevo orden denominado feudalismo.
Este régimen era una institución antigua, y hasta el siglo XI llegó a ser el único sistema social reconocido en Occidente.
Se originó en el anhelo de seguridad y se generalizó cuando muchas personas se sometieron a quien los podía proteger mejor.
A estos defensores se les llamó señores, mientras que quienes se encomendaban a su protección se les denominó vasallos.
Entre ambos se estableció una especie de contrato que estipulaba la protección de parte del señor, a cambio de la fidelidad y la realización de ciertas tareas por el vasallo.
El feudalismo reconocía dos valores esenciales: el hombre y la tierra; pues en países casi exclusivamente agrícolas la tierra constituía el mayor de los bienes.
De hecho los propietarios, al encomendarse a un señor, solicitaban protección no solo personal sino también de sus tierras, por lo que era frecuente que donaran dichos bienes, pero conservaran su usufructo (su explotación).
El régimen feudal
El elemento principal de este régimen fue el beneficio o feudo, que, como dijimos, era la entrega de tierras por parte de los reyes y señores a cambio de la fidelidad y prestación militar y personal del vasallo.
Este contrato se suscribía durante la realización de un acto de gran solemnidad, que se dividía en tres etapas:
Homenaje donde el vasallo se arrodillaba con la cabeza descubierta y sin armas, y colocaba sus manos juntas entre las manos del señor.
Luego pronunciaba la frase: “Señor, yo seré vuestro hombre”.
Fe, que consistía en un juramento de fidelidad.
El vasallo colocaba sus manos sobre las Sagradas Escrituras o alguna reliquia.
Investidura, donde el señor investía al vasallo del feudo y le entregaba algún objeto que simbolizaba la tierra, como por ejemplo una rama o un terrón.
Mediante el homenaje y la investidura quedaban establecidas obligaciones recíprocas, dentro de las cuales el vasallo debía cumplir con la de ayuda y consejo.
La ayuda era el servicio militar o de hueste, donde el vasallo debía presentarse con armadura y caballo y mantenerse por sus propios medios.
Como un señor feudal contaba con muchos vasallos, se aseguraba las fuerzas armadas necesarias para proteger sus bienes.
Posteriormente, el servicio militar se limitó a solo cuarenta días al año; entonces el vasallo debía prestar ayuda pecuniaria (en dinero efectivo), que podía utilizarse en distintas circunstancias, tales como para pagar el rescate del señor caído prisionero o para el matrimonio de la hija mayor. El consejo, en tanto, comprendía principalmente servirle en los pleitos como juez.
Además de tierras, con el tiempo también fueron entregados en feudo toda clase de funciones y derechos públicos, por lo que el poder efectivo del señor feudal era bastante limitado, ya que solo ejercía autoridad sobre sus dominios y los vasallos inmediatos.
La sociedad en el feudalismo
La Edad Media fue una época donde la sociedad se caracterizó por la gran desigualdad de clases. Solamente había un grupo reducido de personas que eran libres; el resto se encontraba sometido y no podía abandonar la tierra donde había nacido, sistema que se conoció como servidumbre.
Las clases sociales eran tres: la nobleza, el clero y la población campesina.
El primer grupo o nobleza lo constituía el rey, el señor y sus vasallos.
Estaba constituida en su mayoría por personas de origen franco o germánico.
El segundo grupo, o clero.
Además de las funciones religiosas, tuvo un papel trascendental en la sociedad y la cultura, debido a que sus miembros recibían una instrucción superior que les capacitaba para dirigir la sociedad.
Un aspecto interesante de la constitución clerical del medioevo es que, si bien a menudo se conformaba con nobles, no excluía que humildes campesinos pudieran también ordenarse sacerdotes.
El tercer grupo, o población campesina, era la base de la pirámide social. Sus integrantes salvo unos pocos que habían permanecido libres dependían de algún señor, ya fuera por nacimiento o por herencia.
El campesino o siervo no era dueño de su persona, pues formaba parte de la gleba o tierra, y no podía abandonarla sin el consentimiento del señor.
Tal vez su mayor ventaja era la de no poder ser arrancado de la hacienda, pues estaba unido a ella prácticamente como arrendatario perpetuo.
Los campesinos libres
Dentro de la clase campesina existía un tipo de siervos que podían mudarse, contraer matrimonio y transmitir los bienes a sus hijos según su propia voluntad.
Eran los denominados campesinos libres, personas que a pesar de las ventajas que tenían, de todas maneras debían respetar ciertas obligaciones, como el servicio militar, pago de impuestos en dinero o especies y el cumplimiento del signo de servicio, que consistía en cortar los prados del señor, acarrearle el vino y limpiar los fosos de su castillo.
También era frecuente que no pudieran cosechar, vender o comprar sus productos sin la autorización del señor, y que se les prohibiera moler su trigo, estrujar la uva o cocer pan en un horno que no fuera del señor.

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