
La honestidad es uno de los valores que más ha desaparecido en el ser humano.
Podría pensarse en dos factores principales: la lucha por el poder y la supervivencia, lo que ha significado un cambio en la actitud y forma de pensar de las personas.
Ese cambio de actitud, puede observarse en nuestras familias; por ejemplo, el padre llega feliz a la casa por un negocio en que una persona resulto engañada pero que significo una ganancia grande en dinero para él; o el hermanito que llega radiante de felicidad porque logro pasar el examen haciendo trampa o fraude, o la madre está contenta porque el señor de la tienda se equivoco en las cuentas y la devolvió más dinero del que debía darle,o su hermana mayor, está saliendo con otro muchacho, y su novio no se ha dado, cuenta.
Al niño se le incita con frases como “no seas bobito”, “tienes que ser más vivo”, pero con esto solo se le está enseñando a la niña o al niño que mentir no es malo, que engañar no es malo y que hacer trampa no es malo y que todo esto no trae problemas, y que solo son los vivos, los que ganan.
Cada uno de nosotros, tiene momentos en los que tiene que enfrentarse, en los diferentes ambientes en los que se mueven (familias, empleo, estudio, amigos), a la decisión de ser honestos o deshonestos.
Esta es una invitación para que comencemos a ser conscientes de nuestras actitudes, y de que muchas cosas que pensamos que son normales, en realidad, son deshonestas.