Eco era una ninfa que por haber ofendido a uno de los dioses, estaba condenada a no poder hablar, excepto por la repetición de la última sílaba de todo lo que se le dijera. Algunas fuentes dicen que Hera (Juno) fue quien le impuso la maldición exasperada por su incesante parloteo; otras fuentes dicen que fue Pan, enojado por su empalagoso amor.
Tuvo la mala suerte de enamorarse de Narciso, el hermoso hijo del dios del río Cefiso y de la ninfa Liríope.
Sin embargo, como ella solo podía hacer eco de sus palabras, Narciso la ignoró y ella se desvaneció en una sombra.
Pero el castigo aguardaba a Narciso: egoísta y despreciativo de todas sus admiradoras se enamoró de su propio reflejo en el estanque y así murió admirándose.
Los dioses lo convirtieron en la flor homónima.
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