Persefone (Prosperina), hija de Zeus y Deméter, es secuestrada por Hades, para ser la reina del mundo subterráneo.
Deméter, diosa de la tierra, destrozada por el dolor, se niega a cumplir sus labores hasta recuperar a su hija.
Pero Perséfone se ha comido un granod de granada, lo cual la vinculará eternamente a los infiernos.
Zeuz decretó una fórmula de compromiso: Perséfone pasaría cuatro (seis según otras fuentes) meses en la tierra con su madre, y el resto del año, permanecería en el mundo subterráneo.
Este relato explica la muerte y el renacimiento anual inherente al ciclo de la naturaleza: cuando Perséfone está ausente, Deméter está demasiado triste para realizar sus obligaciones, pero a su regreso, Deméter trabaja con renovado vigor.
Los mitos de Perséfone son de una gran complejidad, porque sus significados más profundos se adentran en el núcleo de la antigua religión griega.
En una de las versiones del mito, Zeus se enamora de ella, y la seduce adoptando la forma de una serpiente, enroscándose en su cuerpo. De esa unión nacerá Dionisio (Baco).
En la versión más difundida, es raptada por Hades, pero un Hades con rasgos de Dionisio, en su papel arcaico de señor del mundo subterráneo.
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