Según la tradición homérica, la guerra fue iniciada por los griegos, dirigidos por Agamenón, para recupear a Helena, su cuñada que se había escapado con Paris.
Durante los nueve primeros años, la guerra no se define por ninguno de los dos bandos, pero al décimo, Troya es derrotada.
Engañados para que pensaran que los griegos se rendían, los troyanos aceptan un enorme caballo de madera entragado en calidad de ofrenda religiosa.
Al cerrarse las puertas de la ciudad, los griegos ocultos en su interior, salen y saquean Troya.
Eneas, príncipe Troyano, logra escapar y funda Roma.
Según otra leyenda, el nieto de su nieto, Brutus, se estableció en Gran Bretaña y con los restos de la estirpe troyanda fundaría Nueva Troya (el Londres actual).
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